martes, 11 de enero de 2011

God of Thunder (Thor se ve pixelado)


Hace tiempo, a principios de los 90, la industria del videojuego no era la engreída y jactanciosa máquina de hacer dinero que es hoy. O tal vez sí, pero el hecho de que el ordenador no fuera todavía un regalo para que la hija se conectara al Tuenti hacía que todo pasara más desapercibido. O puede que, además, eso mismo permitiera que este mercado no fuera visto como una potencial fuente de dinero. O, simplemente, éramos demasiado pequeños como para ejercer nuestra punzante crítica.

El caso es que de vez en cuando pienso en los videojuegos que tenía cuando era un tierno infante, inocente y parcialmente despreocupado. Nunca he tenido consola, pero sí ordenador desde, más o menos, 1994, y ya desde entonces llegaban revistas a mi casa con los consiguientes CDs de rigor. Una palabra se repetía siempre en la pantalla al instalarlos: shareware. Y para mí, shareware significaba juego (claro, pasaba de los primitivos programas de dibujo, procesadores de textos y lotería). Uno de los títulos a los que más partido le saqué, y para eso estoy aquí y no para contar mi vida en este mundillo, fue God of Thunder (GOT.exe).


God of Thunder lo tenía TODO para un crío: unos mapas resultones y coloridos, una música con un buen conjunto de temas bien compuestos (yo los metería casi todos en la típica lista de mejores canciones de videojuegos), muchos objetos para coger (diamantes, coronas, baúles de joyas, pociones de magia) y efectos de sonido más que decentes (considero que el "¡ñam!" que hace el protagonista al coger objetos aporta más inmersión que mil sonidos copiados de Expediente X en otro tipo de juegos). Lo que también tenía era un sentido del humor muy marcado, con varias referencias a la cultura pop, aunque de eso me daría cuenta años más tarde puesto que los textos están en un perfecto inglés que tira hacia la imitación del inglés antiguo (ye olde crone y demás). Siendo crío, uno apenas se podía enterar de cosas como el logotipo del bar McElroy's (con la 'M' de, por si no lo habíais pillado, McDonald's) y poco más, lo que era una dificultad bastante grande en un juego cuyo desarrollo, en ocasiones, se basaba en hablar con la gente y entender lo que te pedían a cambio de su ayuda (esos PNJs del demonio nunca salen baratos).


La historia también tenía su aquél: aprovechando el sueño de tu padre, Odín, Loki ha tomado el control de Midgard y se dedica a hacerle la vida imposible a los midgardeños. Así que tú, Thor, armado de tu fiel Mjolnir, has de ir por esa Tierra Media de los Aesir (no me corrijáis, es un chiste) lanzando el martillo a los bichos que pululan tan alegremente y derrotando a los jefes finales de cada pantalla: la serpiente Jormangund, la calavera gigante Nognir y el propio Loki (en su ciudad, Lokisburg). Además de un argumento que daría para dos discos de Manowar o, más a la moda, de todo sucio clon de Turisas (que ya son ganas), lo que iremos encontrando a nuestro paso serán pueblerinos que nos toman el pelo y nos roban, los enemigos propiamente dichos (algunos muy puñeteros), pero también poderes como el de una manzana que te da vida, un rayo que mata lo que está a tu alrededor, un torbellino que ataca por todas partes... Y puzzles, muchos puzzles. Así pues, no se trata sólo de ir matando, sino también de ir moviendo piedras, encender o apagar pulsadores... para encontrar el camino y seguir con la aventura (hoy se vendería como Thor Brain Training). Un arcade en toda regla, vaya, largo, adictivo y difícil (aunque no tanto como he llegado a leer por ahí).


Lo bueno de aquellos juegos shareware es que no los probabas en una patética demo de 5 minutos cronometrados, sino que te permitían jugar todo un nivel entero. Es decir, venía un tercio de juego totalmente gratuito. Claro, al final aparecía la pantalla con imágenes de los episodios siguientes y un teléfono al que llamar (para Estados Unidos y Canadá). Lo que prometía el juego era muy sugerente, pero no fui yo el que llamó a aquel 1-800-STAR WARS. Al parecer, a este fantástico título creado por Ron Davis en el 93 no se le dio mucha cancha en su momento. Afortunadamente, para bien y para mal, Internet todo lo guarda (sobre todo para mal) y podemos disfrutar hoy de este juego que honestamente, con la mano en el pecho, sin reparos ni ambages, recomiendo desde aquí.

PS1: el juego para descargar subido por el propio autor: http://www.adeptsoftware.com/got/

PS2: una de las herramientas ideales para ejecutar juegos antiguos basados en DOS en sistemas actuales: http://www.dosbox.com/

PS3: hay una melodía que es casi igual a la de una canción del Pure Holocaust de Immortal. No sé si jugarían a este juego, pero habida cuenta de que en el Stormblast original los Dimmu Borgir fusilaron una canción de un juego de Amiga, ahí dejo la duda.

PS4: queridos gafapastas nostálgicos que habéis llegado enlazando páginas de retrogames: un bolso con un pantallazo de este juego es mucho más uberkult que la camiseta de Playmobil o Lego. Hacedme caso.


Entrada escrita originalmente para El Ojo Escarlata.

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