sábado, 11 de agosto de 2012

At the late night double feature picture show (I)

Últimamente, he recuperado de nuevo los niveles de hace tiempo a la hora de ver películas, nivel alcanzado gracias a una pasión obsesiva y compulsiva que me hace ponerme dos o tres películas por día, principalmente por la noche. Como la cantidad de films vistos en los últimos días es considerable y algunos hasta tienen cierto interés para los visitantes de este blog, aquí va la primera selección de dos películas por entrada para esta mini-serie de entradas que he dado en llamar, de manera muy imaginativa y original, At the late night double feature picture show.


Don Sharp fue uno de aquellos artesanos que ejerció parte de su labor para la gran familia que era la productora Hammer. Suyas son, por ejemplo, Kiss of the vampire y Rasputin, the mad monk, dos de las películas que surgen sin mucha dificultad cuando se habla sobre esta mítica casa, pero también la menos conocida The devil-ship pirates, una de las incursiones de la productora británica en el cine de piratas. Al margen de la Casa del Terror, Sharp tuvo una larga y fructífera carrera, a lo largo de la cual nos obsequió con grandes entretenimientos como Witchcraft.

Estrenada en 1964, y a través de una fotografía en blanco y negro que acentúa el ambiente macabro de la cinta, Witchcraft narra la historia de Vanessa, acusada de brujería y enterrada viva 300 años atrás y que vuelve a la "vida" tras ser removida la tierra del cementerio en el que descansa por parte de una constructora en lo que entiendo cierta crítica a la depredación inmobiliaria. El núcleo de la trama, que se sigue con interés y está dirigida con un oficio británico casi proverbial, asienta sus pies sobre ese horror anterior a la civilización presente y que aguarda dormido su momento esperando a que la desentierren. Y nunca mejor dicho. El regreso de la bruja prefigura una venganza, destinada a aquellos que la condenaron a la muerte en vida, en la que está acompañada por ritos nigrománticos y satánicos, en unas escenas llevadas con acierto tenebrista por parte del director.


 Into the coven


Además, la película tiene un par de detalles como el rencor milenario entre los Whitlock, linaje anglosajón de rancio abolengo, y los Lanier, raigambre normanda (nuevos ricos se podría decir), por una parte; y la relación entre los descendientes de ambos al estilo Romeo y Julieta por otra que le dan un curioso empaque a la película. Buena elección para iniciar una sesión doble de brujería.




Piers Haggard dio a luz en 1970 Blood on Satan's claw,  película que Mark Gatiss calificó en el documental de la BBC A history of horror como uno de los principales ejemplos de folk horror. Bajo este término, cuya aplicación al cine desconozco si fue idea de Gatiss, se engloban las historias cuya narrativa incorpora como elementos clave ritos ancestrales y paganos que lindan con el satanismo y la brujería en cuanto formas pre-cristianas que permanecen ajenas a la "civilización", fuerzas latentes cuyas raíces se nutren de la propia naturaleza y trascienden al solo individuo. En la práctica, y como sub-género de corta duración, las películas etiquetadas con este nombre no alcanzan los dedos de una mano (de la propia Blood on Satan's claw, la grande y soberbia The wicker man y Witchfinder General habla Mark Gatiss, aunque esta última se podría discutir), si bien se puede hacer extensible a otros largometrajes que comparten similar espíritu, casos de The devil rides out de la Hammer, Night of the demon de Tourneur o Eye of the devil.

Dicha película se estrenó bajo el auspicio de Tigon British Film Productions, una de las productoras que junto con Amicus o Tyburn aportaba su cuota de terror made in Britain a un mercado donde reinaba la Hammer desde finales de los 50. Haggard traza una historia donde el paisaje de la campiña inglesa del siglo XVII cobra especial relevancia, filmado en amplios encuadres o mediante diversos planos a ras de suelo que subrayan el carácter clave de la tierra en este cuento de horror. En la pequeña villa donde transcurre la acción, un campesino encuentra con su arado una calavera deformada con un ojo y pelo sobre ella. Este descubrimiento, que desaparece en cuanto el campesino regresa a buscar al juez (Patrick Wymark) para que vea aquello, dará inicio a una serie de acontecimientos que enfrentará al pueblo con temores que creían enterrados desde hacía siglos.


Tetas


A lo largo de hora y media, la trama, puesta en movimiento en unos tonos fríos similares a Witchfinder General aunque  más pulidos que los de su hermana, discurre por varios de los puntos cardinales de este tipo de películas: el secreto mágico compartido por un grupo determinado, la procesión, el culto a divinidades mediante sacrificios humanos, el conflicto hostil con los representantes de la religión vigente. De esta forma, el tapiz se va enriqueciendo mediante símbolos diseminados aquí y allí que remarcan el carácter cuasi mítico del relato: el lugar del rito, una iglesia entre cuyas ruinas se levanta el Mal; la procesión que preludia el rito de sangre siempre toma forma de juego de niños; la presencia salvaje e imponente de la naturaleza, las coronas en forma de flores, los desnudos nada puritanos.

A pesar de ciertas dudas de por dónde tirar la historia y algunos titubeos que pueden hacer recelar al espectador, Blood on Satan's claw es, en conjunto, una más que entretenida producción británica de ese género que, siguiendo a Machen, sacó el terror de los castillos entre tinieblas y lo colocó a plena luz del día revistiéndolo de viejos símbolos dando espacio a ese horror soterrado y anciano como el mundo que permanece oculto e indómito.

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